Algo más de 5 años, muchas tazas de café, pocas horas de sueño, algún que otro berrinche, media dioptría en cada ojo y unas cuantas canas más tarde, acabo de terminar de escribir mi tesis. 174 páginas que me han costado más esfuerzo del que esperaba pero menos del que temía, y que al final no creo que se lea nadie(*). Esa es la esperanza de todo doctorando, porque aunque no es que nadie se avergüence de su tesis, siempre quedan muchos flecos sueltos y cosas que podría mejorar si volviera a empezar. La prueba es que los últimos tres párrafos describen tres problemas en los que estoy deseando ponerme a pensar. Los dos primeros están encaminados, y espero publicar las soluciones en mis ratos libres. El tercero podría dar para otro par de doctorados, pero es tan interesante que me lo tomaré como un pasatiempo y ya veremos lo que sale. Si cuando empiece a trabajar me aburro, ya sé por donde empezar.
(*): La única sección que todo el mundo lee, los agradecimientos y dedicatorias, están todavía pendientes. Supongo que las escribiré cuando pase el mal trago de la defensa de tesis y tenga un rato para relajarme.
jueves, 4 de diciembre de 2008
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